Fastlane latino es un PPV de paso. Un PPV impostado, como un salto más en los 110 metros vallas. Un show que remueve el cóctel ya preparado, que le añade ingredientes y que puede acabar por destrozar la receta. O no.
Recuerda que puedes consultar los horarios y cartelera de este WWE Fastlane 2021 en vivo, dando clic aquí.
El Road to WrestleMania 37 en vivo es la mejor época del año. Es cuando se construyen estrellas, se solidifican otras, aparecen leyendas y se cambia el paradigma de WWE. Es el momento perfecto para atraer al aficionado, para hacerle partícipe, para inmiscuirlo en tus decisiones y para demostrarle lo atrayente, atractivo y adictivo que puede ser el mundo de la lucha libre. Deporte y espectáculo. Lo mejor de los dos mundos.
Vince McMahon, en su confección de la empresa, busca el mayor beneficio con la mayor premura posible. Es el líder de una multinacional milmillonaria y, como tal, wwe online latino su principal cometido es el de conseguir que el producto sea rentable. Y qué mejor que hacerlo en una etapa donde los focos apuntan directamente hacia ti. El filón es claro. Se comprime el calendario, se añade un PPV, se promete más contenido y se rentabiliza la mensualidad de WWE Network. Además, le das a un público cada vez más multitarea, más multipantalla, más transmedia y más centrado en los highlights que en el producto completo una razón para pararse, descifrar, entender el producto y engancharse en la recta final.
Esta es la teoría. La realidad es que usas a Fastlane latino como conejillo de Indias. Es una probeta de ensayo. Qué puede salir bien y qué puede salir mal. Qué se puede usar para WrestleMania y qué debe desecharse. Elevas a Bayley en 2017 para darle la primera derrota individual en un PPV a Charlotte Flair, realizas un Six Pack en 2018 con AJ Styles reteniendo, colocas a Kevin Owens en 2019 en lugar de Kofi Kingston o recuperas a Dean Ambrose y The Shield como atracción final. Es un metrónomo de opiniones, una encuesta a mano alzada para comprobar, por última vez, si tu camino a WrestleMania es el correcto. Y a veces te sale bien, como en ese 2019, o a veces te sale mal, como en Super ShowDown de 2020, que acaba siendo un punto de inflexión y no un alto en el camino.
La historia, sin embargo, cambia este año. Fastlane latino sigue siendo ese PPV intermedio, pero su impacto, importancia y devenir es mucho más relevante que en el pasado. WWE vendió los derechos estadounidenses de WWE Network a Peacock, el servicio de streaming de NBCUniversal. A partir del 18 de marzo y a razón de 1000 millones de dólares por cinco años. Casi nada recuerda que goluchas aparte de tener el evento en la web principal, cuenta con el apoyo de Pasionxwwe teniendo el show con varias opciones.
Fastlane latino es la primera piedra de un modelo de negocio que, si funciona, puede conformar un antes y un después en WWE. Su expansión a otros mercados -Gran Bretaña, India, Australia, Alemania…- con la posibilidad de contratos de exclusividad por WWE Network es muy suculenta. Wrestlenomics, en uno de sus estudios de mercado, confirmó que la Network nunca ha sido rentable para la empresa. El anuncio de su estreno en 2014, en plena renovación de contratos televisivos y en un momento en el que Vince McMahon llegó a decir que “podrían triplicar sus ingresos”, acabó por reportarles casi 130 millones de dólares menos de lo esperado. Le estaban haciendo la competencia indirecta a la televisión. A partir de ahí, el producto, a pesar de su magnífico contenido, acabó volviéndose estanco en cuanto a números. Esta es la primera vez que WWE consigue darle un rédito real.
Y ahí es donde entra Fastlane, el primer evento de pague-por-ver en la plataforma. Su cometido es más que evidente. Debe ser el telonero perfecto. Con star power, con combates estelares, con evolución de historias, con el reconocimiento de superestrellas, con la introducción de otras y con cliffhangers que mantengan la expectación y que doten de importancia a un producto que intenta reinventarse, de momento, sin demasiado éxito. WWE necesita presentarse al público mainstream de una plataforma de películas y series como un atractivo pasatiempo con altas pretensiones. Ven por lo superficial -los looks, las estrellas, la escenografía- y quédate por todo lo demás.
Era un salto en el camino. Quizás siga siéndolo. Lo cierto, sin embargo, es que ahora es un show que puede definir el futuro y la primera impresión de WWE ante un público al que no había podido impactar con anterioridad. Es una prueba de fuego. Y de alto riesgo.